¿No es más bien el ayuno que yo escogí, desatar las
ligaduras de impiedad, soltar las cargas de opresión, y dejar ir
libres a los quebrantados, y que rompáis todo yugo? Isaías 58:6.
Hay mucha profesión externa en nuestro mundo y abunda la
autojustificación, pero las evidencias de la obra profunda de la
gracia en los corazones no son tan evidentes. Delante de
nosotros hay un tema muy serio y solemne. Ha llegado el tiempo
cuando toda persona debiera comprender que tiene un alma que
salvar o perder, un cielo que ganar y un infierno que evitar.
Necesitamos comprender qué es lo que debemos hacer a fin de ser
salvos...
En la experiencia del pueblo de Dios ha habido yugos... que Dios
nunca ordenó que existiesen, yugos que han echado a perder
grandemente la experiencia y han ofendido al Señor Dios de
Israel. El hecho de que un hombre desempeñe responsabilidades en
la iglesia no le da libertad para gobernar la mente y el juicio
de otros por quienes el Señor está trabajando. El Señor desea
que cada alma que está a su servicio comprenda qué clase de obra
es la que se requiere de ella...
Dios ha dado la instrucción de quebrar todo yugo. Somos uno; uno
en Cristo Jesús. No es la posición la que hace al hombre. La
posición no otorga libertad para ejercer poder arbitrariamente
sobre otros. Es consejo lo que se necesita; debe manifestarse
rectitud de conducta acompañada de mansedumbre y humildad de
pensamiento, y un espíritu dispuesto a buscar al Señor hasta que
se lo encuentre.
“Entonces invocarás, y te oirá Jehová; clamarás, y dirá él: Heme
aquí. Si quitares de en medio de ti el yugo, el dedo amenazador,
y el hablar vanidad; y si dieres tu pan al hambriento, y
saciares al alma afligida, en las tinieblas nacerá tu luz, y tu
oscuridad será como el mediodía”. Isaías 58:9, 10. Alabemos a
Dios porque podemos hacer nuestra esta promesa si cumplimos con
las condiciones. Cuando no sepamos qué camino escoger, si
seguimos sus directivas, vendrá luz directamente de Dios a
nosotros...
Sometámonos al Señor Dios de Israel. Usted puede tener su forma
peculiar de ser, yo puedo tener la mía, y algunos otros la de
ellos; pero bajo la dirección de Dios esa forma será aceptable.
Si no estamos bajo el control de Dios, si no nos conduce la
inspiración de su Espíritu, nuestra manera de ser no será
aceptable. Lo que necesitamos es permanecer en una relación
correcta con el gran YO SOY. Cuando estamos en una correcta
relación con El podemos realizar lo que Cristo nos
comisionó.—Manuscrito 9, copiado el 11 de febrero de 1909, “Dos
clases de servicio”.*
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