Se me ha mostrado que Dios ilustra aquí cómo considera el pecado de los que profesan ser el pueblo
que guarda sus mandamientos. Aquellos a quienes él ha honrado especialmente haciéndoles presenciar
las notables manifestaciones de su poder, como al antiguo Israel, y que aun así se atreven a despreciar
sus expresas indicaciones, serán objeto de su ira. Quiere enseñar a su pueblo que la desobediencia y el
pecado le ofenden excesivamente, y que no se los debe considerar livianamente. Nos muestra que
cuando su pueblo es hallado en pecado, debe inmediatamente tomar medidas decisivas para apartar el
pecado de sí, a fin de que el desagrado de Dios no descanse sobre él. Pero si los que ocupan puestos de
responsabilidad pasan por alto los pecados del pueblo, su desagrado pesará sobre ellos, y el pueblo de
Dios será tenido en conjunto por responsable de esos pecados. En su trato con su pueblo en lo pasado,
el Señor reveló la necesidad de purificar la iglesia del mal. Un pecador puede difundir tinieblas que
privarán de la luz de Dios a toda la congregación. Cuando el pueblo comprende que las tinieblas se
asientan sobre él y no conoce las causas, debe buscar a Dios con gran humillación, hasta que se hayan
descubierto y desechado los males que agravian su Espíritu.
Testimonios Para la Iglesia Tomo 3 pagina 127 / 128
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