Para mostrar en los siglos venideros las abundantes
riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo
Jesús. Efesios 2:7.
La desobediencia ha cerrado la puerta a una enorme cantidad de
conocimientos que podrían haberse obtenido de la Palabra de
Dios. En la eternidad comprenderemos lo que se habría abierto a
nuestro entendimiento si hubiéramos recibido la iluminación que
nos era posible obtener aquí. Y significa obediencia a todos los
mandamientos de Dios. Se habría comprendido el plan del gobierno
de Dios. El mundo celestial habría abierto sus cámaras de gracia
y de gloria para la exploración. Los seres humanos habrían
llegado a ser totalmente diferentes de lo que son ahora en la
forma, en el habla y en el canto, porque se habrían ennoblecido
al explorar las minas de la verdad. El misterio de la redención,
el conocimiento de Dios y de Jesucristo en su carácter de
mediador, la encarnación de Cristo nuestro Redentor, su
sacrificio expiatorio, no habrían sido, como lo son ahora,
asuntos imprecisos en nuestra mente. Habrían sido no solamente
mejor comprendidos, sino también muchísimo más apreciados.
Estos temas ocuparán los corazones, las mentes, y la lengua de
los redimidos a través de las edades eternas, y delante de ellos
se desplegarán nuevas comprensiones de los temas que Cristo
anheló abrir ante sus discípulos pero que ellos no tuvieron la
fe necesaria para buscar y captar. Durante toda la eternidad
irán apareciendo nuevas perspectivas de la perfección y gloria
de Cristo.
Hombres de indudable piedad y talento pueden captar perspectivas
de las realidades eternas, pero éstas no son comprendidas porque
las cosas que son visibles eclipsan la gloria de lo invisible.
Muchos evalúan la sabiduría del hombre como más elevada que la
sabiduría del Maestro divino. Y de esa manera, el Libro de
texto, que contiene el tesoro, es considerado como anticuado, al
punto de que se lo evalúa como insípido y obsoleto. No es
considerado así, sin embargo, por aquellos que han sido
reanimados y vivificados por el Espíritu Santo. Ellos viven el
inapreciable tesoro, y estarán dispuestos a vender todo a fin de
comprar el campo que lo contiene...
Muchos beben de las aguas decadentes y turbias del valle por
haber olvidado la fuente del agua viva, el agua pura que
desciende de las nieves del Líbano. Pero los que concentran su
estudio en la Palabra de Dios, los que excavan en busca de los
tesoros de la verdad, apreciarán los importantes principios que
enseña, y los asimilarán. Como resultado de ello llegarán a
estar imbuídos con el Espíritu de Cristo, y mediante la
contemplación serán cambiados a su semejanza. Los que aprecian
la Palabra la enseñarán como discípulos que han estado sentados
a los pies de Jesús y se han acostumbrado a aprender de El, a
fin de poder conocer a Aquel cuyo conocimiento correcto es vida
eterna.—Manuscrito 45, del 30 de marzo de 1898, “El Tesoro
escondido”.*
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