viernes, 15 de octubre de 2021

Debemos desechar toda lucha y disensión

 

Cuando los obreros tengan un Cristo que more permanentemente en sus almas, cuando todo egoísmo esté muerto, cuando no haya rivalidad ni lucha por la supremacía, cuando exista unidad, cuando se santifiquen a sí mismos, de modo que se vea y sienta el amor mutuo, entonces las lluvias de gracia del Espíritu Santo vendrán sobre ellos tan ciertamente como que la promesa de Dios nunca faltará en una jota o tilde. Pero cuando es rebajada la obra de otros, para que los obreros puedan mostrar su propia superioridad, demuestran que su propia obra no lleva la señal que debiera. Dios no puede bendecirlos.—Mensajes Selectos 1:206 (1896).

Si subsistimos en el gran día del Señor, con Cristo como nuestro refugio y nuestra fortaleza, debemos abandonar toda envidia y toda contienda por la supremacía. Debemos destruir completamente la raíz de estas cosas impías para que no puedan surgir de nuevo a la vida. Debemos ponernos plenamente del lado del Señor.—Cada Día con Dios, 258 (1903). Desechen los cristianos todas las disensiones, y entréguense a Dios para salvar a los perdidos. Pidan con fe la bendición prometida, y ella les vendrá.—Joyas de los Testimonios 3:211 (1904).

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