jueves, 6 de julio de 2023

El amor verdadero


El amor verdadero no es una pasión impetuosa, arrolladora y ardiente. Por el contrario, es sereno y profundo. Mira más allá de lo externo, y es atraído solamente por las cualidades. Es prudente y capaz de discriminar y su devoción es real y permanente. Dios nos prueba por los sucesos comunes de la vida. Son las cosas pequeñas las que revelan lo más recóndito del corazón. Son las pequeñas atenciones, los numerosos incidentes cotidianos y las sencillas cortesías, las que constituyen la suma de la felicidad en la vida; y el descuido manifestado al no pronunciar palabras bondadosas, afectuosas y alentadoras ni poner en práctica las pequeñas cortesías, es lo que contribuye a formar la suma de la miseria de la vida. Se encontrará al fin que el haberse negado a sí mismo para bien y felicidad de los que nos rodean, constituye una gran parte de lo que se registra en el cielo acerca de la vida. Se revelará también el hecho de que el preocuparse de sí mismo, sin tener en cuenta el bien o la felicidad de los demás, no deja de ser notado por nuestro Padre celestial. Hno. B***, el Señor está obrando en beneficio suyo, y le bendecirá y fortalecerá si hace lo recto. Vd. comprende la teoría de la verdad, y debiera estar obteniendo todo el conocimiento posible acerca de la voluntad y obra de Dios, a fin de estar preparado para ocupar una posición de más responsabilidad, si él, viendo que Vd. puede glorificar mejor su nombre así, se lo requiriese. Pero tiene todavía que adquirir experiencia. Es demasiado impulsivo y se deja afectar con demasiada facilidad por las circunstancias. Dios está dispuesto a fortalecerle, establecerle y asentarle, si quiere con fervor y humildad pedir sabiduría al que no yerra y que promete no dejársela pedir en vano. Al enseñar la verdad a otros, está en peligro de hablar en una forma demasiado categórica, que no guarda relación con su corta experiencia. Abarca las cosas con una mirada, y puede ver fácilmente la orientación de los temas. Todos no están capacitados como Vd., y no pueden hacer esto. Vd. no está dispuesto a esperar con paciencia y calma que pesen las evidencias aquellos que no pueden apreciarlas tan rápidamente como Vd. Correrá el peligro de instar demasiado a los demás para que vean en seguida como Vd., y sientan todo el celo y la necesidad de acción que Vd. siente. Si no se realizan sus expectativas, habrá peligro de que Vd. se desanime, se inquiete y desee un cambio. Vd. debe rehuir la disposición a censurar y abrumar a otros. Evite todo lo que sepa a espíritu de denuncia. No agrada a Dios que este espíritu anime a ninguno de sus siervos de larga experiencia. Es propio de un joven, si tiene esta gracia de la humildad y el adorno interior, que manifieste ardor y celo; pero la actitud de un joven de pocos años de experiencia que manifiesta un celo atropellado y un espíritu denunciador, es muy impropia y causa profundo desagrado. Nada podría destruir tan pronto como esto su influencia. La mansedumbre y la amabilidad, la tolerancia y la longanimidad, el no sentirse fácilmente provocado y el soportarlo, esperarlo y sufrirlo todo, esas cosas son los frutos que produce el precioso árbol del amor, de crecimiento celestial. Este árbol, si se lo nutre, se mantendrá siempre verde, sus ramas no caerán ni se marchitarán sus hojas. Es inmortal, eterno, y regado de continuo por los rocíos del cielo.

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