El fundamento del plan de salvación fué puesto con sacrificio. Jesús abandonó las cortes reales y se hizo pobre para que por su pobreza nosotros fuésemos enriquecidos. Todos los que participan de esta salvación, comprada para ellos a tan infinito precio por el Hijo de Dios, seguirán el ejemplo del verdadero Modelo. Cristo fué la principal piedra del ángulo y debemos edificar sobre este cimiento. Cada uno debe tener un espíritu de abnegación y sacrificio. La vida de Cristo en la tierra fué una vida de desinterés: se distinguió por la humillación y el sacrificio. ¿Y podrán los hombres, participantes de la gran salvación que Cristo vino a traerles del cielo, negarse a seguir a su Señor y compartir su abnegación y sacrificio? Dice Cristo: “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos.” “Todo pámpano que en mí no lleva fruto, le quitará: y todo aquel que lleva fruto, le limpiará, para que lleve más fruto.” Juan 15:5, 2. El mismo principio vital, la savia que fluye a través de la vid, nutre los pámpanos para que florezcan y lleven fruto. ¿Es el siervo mayor que su señor? ¿Practicará el Redentor del mundo la abnegación y el sacrificio por nosotros, y los miembros del cuerpo de Cristo se entregarán a la complacencia propia? La abnegación es una condición esencial del discipulado.
“Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame.” Mateo 16:24. Yo voy adelante en la senda de la abnegación. Nada requiero de vosotros, mis seguidores, sino aquello de lo cual yo, vuestro Señor, os he dado ejemplo en mi propia vida. El Salvador del mundo venció a Satanás en el desierto de la tentación. Venció para mostrar al hombre cómo puede vencer. Anunció en la sinagoga de Nazaret: “El Espíritu del Señor es sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres: me ha enviado para sanar a los quebrantados de corazón; para pregonar a los cautivos libertad, y a los ciegos vista; para poner en libertad a los quebrantados: para predicar el año agradable del Señor.” Lucas 4:18, 19. La gran obra que Jesús anunció que había venido a hacer fué confiada a los que le siguen en la tierra. Cristo, como nuestra cabeza, nos guía en la gran obra de salvación, y nos invita a seguir su ejemplo. Nos ha dado un mensaje mundial. Esta verdad debe extenderse a todas las naciones, lenguas y pueblos. El poder de Satanás debe ser desafiado y ser vencido por Cristo y también por sus discípulos. Una gran guerra debe reñirse contra las potestades de las tinieblas. Y a fin de que esta obra se lleve a cabo con éxito, se requieren recursos. Dios no se propone enviarnos recursos directamente del cielo, sino que confía a las manos de sus seguidores talentos y recursos para que los usen con el fin de sostener esta guerra.
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