Sé que el corazón humano está ciego con respecto a su verdadera condición; pero no puedo dejaros sin hacer un esfuerzo por ayudaros. Os amamos, y queremos veros progresar hacia la victoria. Jesús os ama. El murió por vosotros y quiere que os salvéis. No deseamos obligaros a quedar en ***; pero queremos que hagáis una obra cabal en beneficio de vuestra propia alma, que corrijáis todos los males que haya allí y que hagáis todo esfuerzo posible para dominar el yo, no sea que perdáis el cielo. Esto es algo que no debéis permitir. Por amor a Cristo, resistid al diablo y él huirá de vosotros.
*****
La obra que consiste en podarnos y purificarnos para el cielo, es una obra grande y nos costará mucho sufrimiento y prueba, porque nuestra voluntad no quiere sujetarse a la de Cristo. Debemos pasar por el horno de fuego hasta que éste haya consumido la escoria y seamos purificados y reflejemos la imagen divina. Los que siguen sus inclinaciones y se rigen por las apariencias no son buenos jueces de lo que Dios está haciendo. Están llenos de descontento. Ven fracaso donde hay en verdad triunfo, y gran pérdida donde hay ganancia; como Jacob, están listos para exclamar: “Contra mí son todas estas cosas” (Génesis 42:36), cuando las mismas cosas de las cuales se quejan obran para su propio bien.
Sin cruz no hay corona. ¿Cómo puede uno hacerse fuerte en el Señor sin pruebas? Para tener fuerza, debemos ejercitarnos. Para tener fe enérgica, debemos estar colocados en circunstancias donde nuestra fe se ejercitará. Precisamente antes de su martirio, el apóstol Pablo exhortó así a Timoteo: “Sé participante de los trabajos del evangelio según la virtud de Dios.” 2 Timoteo 1:8. Por medio de mucha tribulación es como hemos de entrar en el reino de Dios. Nuestro Salvador fué probado de toda manera posible, y sin embargo triunfó continuamente en Dios. Es nuestro privilegio ser fuertes en la fortaleza de Dios en todas las circunstancias y gloriarnos en la cruz de Cristo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario