Este mes, dos fuertes declaraciones de líderes influyentes fueron ampliamente difundidas por la prensa evangélica. Por un lado, el teólogo y pastor bautista Russell Moore, de la Convención Bautista del Sur, una de las mayores denominaciones más grandes del mundo, con unos 16,5 millones miembros. El otro, es el escritor y pastor Mark Driscoll, fundador de la Iglesia Mars Hill y Hechos 29, ministerio de misiones y Resurgente, ministerio para el entrenamiento de líderes.
Ellos representan diferentes movimientos evangélicos, Moore, es un bautista tradicional y Driscoll es uno de los más conocidos de la “nueva generación” que surgió en este siglo. Sin embargo, la conclusión es a la vez de ambos asustadora.
Russell Moore, presidente del Comité de Ética y Libertad Religiosa de los Bautistas, -una especie de brazo de la política pública de la Convención Bautista del Sur- en su discurso inaugural, desafió a los cristianos a “recuperar la voz profética de la Iglesia, a partir de una transformación interna para no perder de vista su misión central”.