Dejad una señal en el mundo
Ninguno tenga en poco tu juventud; pero sé ejemplo de los fieles en palabra, en conversación, en caridad, en espíritu, en fe, en limpieza. 1 Timoteo 4:12.
¡Cuánto depende del período de la infancia y de la juventud! Dios desea que aprovechéis este tiempo, queridos jóvenes, preparándoos para la obra. Si necesitáis una educación, poneos al trabajo decididos a obtenerla. No esperéis una oportunidad; hacedla vosotros mismos. Entrad por el primer pequeño camino que se abra delante de vosotros. Sed cabales y fieles en cualquier cosa que tengáis a mano, no importa cuán pequeña sea.
Algunos de nuestros jóvenes son tan vacilantes que no realizan nada por sí mismos; su vida a menudo se malgasta antes de que decidan lo que van a hacer y lo que llegarán a ser. Entierran sus talentos debajo de una masa de escoria. A estos quiero decirles: Practicad la economía. No gastéis vuestros medios para la complacencia del apetito o para buscar el placer. Haced una impresión en el mundo. Mantened delante de vosotros el objeto de llegar a ser tan útiles y eficientes como Dios quiere que seáis. A medida que aprovechéis el conocimiento que obtenéis podréis adquirir mayor conocimiento. La aplicación a vuestros libros y al trabajo manual útil, combinados con una ferviente devoción cristiana y lealtad a Dios, harán de vosotros hombres y mujeres en el más elevado sentido. La verdadera devoción a Dios, combinada con el estudio de la ciencia, proporcionará a los jóvenes una educación que los hará suaves y humildes amadores de Dios, llenos de misericordia y de buenos frutos, sin parcialidad y sin hipocresía. Dios puede utilizar a tales almas, fragantes con amor a Dios y a sus semejantes, como vasos para su honor.—The Youth’s Instructor, 24 de junio de 1897.
Jesús murió, queridos jóvenes, no para salvaros en vuestros pecados, sino de vuestros pecados. El quiere que sigáis el ejemplo que él os ha puesto delante—negaros a vosotros mismos, tomar vuestra cruz diariamente y seguirlo. El pide vuestro servicio, los afectos mejores y más santos de vuestros corazones. Si andáis en obediencia a su voluntad, aprendiendo gozosa y diligentemente las lecciones de su providencia, finalmente él os dirá: “Hijo, ven más arriba, a las mansiones celestiales que yo he preparado para ti”.—The Youth’s Instructor, 15 de julio de 1897.
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