martes, 3 de septiembre de 2013

Nuestra Elevada Vocación.

Señales de nuestro hogar celestial

Tú, oh Jehová, eres solo; tú hiciste los cielos, y los cielos de los cielos, y toda su milicia, la tierra y todo lo que está en ella, los mares y todo lo que hay en ellos; y tú vivificas todas estas cosas, y los ejércitos de los cielos te adoran.
Nehemías 9:6.

Hay hermosura en la pavorosa grandeza del valle, en las solemnes y macizas rocas agrietadas; hay majestad en las montañas que parecen tocar el cielo. Ahí están los elevados árboles con sus hojas delicadamente formadas; las briznas de hierba, el capullo que comienza a abrir y las flores abiertas, los árboles del bosque, todos los seres vivientes. Todos orientan la mente hacia el. Dios grande y viviente. Cada facultad de nuestro ser testifica de que hay un Dios vivo, y podemos aprender del abierto libro de la naturaleza las lecciones más preciosas respecto del Señor del cielo.

En este estudio la mente se expande, se eleva y se torna anhelosa de conocer más acerca de Dios y de su majestad. En nuestro corazón se despiertan sentimientos no sólo de reverencia y pavor, sino de amor, de fe, de confianza y de completa dependencia de Aquel que es el dador de todo bien. Y cuando contemplo sus maravillosas obras y veo las evidencias de su poder, instantáneamente pregunto: “¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, y el hijo del hombre que lo visites?”. Salmos 8:4.

Toda la grandeza y la gloria de estas maravillosas cosas que hay en la casa de Dios pueden apreciarse tal como son, en la mente asociada con Dios y en el futuro hogar que él está preparando para aquellos que le aman. ... Mientras hablamos abundantemente de otros países, ¿por qué hemos de ser reticentes respecto del país celestial y de las casas que no son edificadas con mano, que están en los cielos? Este país celestial es de más importancia para nosotros que cualquier otro país del globo, por lo tanto deberíamos pensar y hablar de este país celestial. ¿Y por qué no habríamos de conversar más sinceramente, y con nuestra mente orientada por lo celestial, acerca de los dones de Dios manifestados en la naturaleza? ... Estas cosas han de mantener a Dios en nuestro recuerdo, elevar nuestros corazones de las cosas sensuales, y atarlos con vínculos de amor y de gratitud hacia nuestro Creador.—Manuscrito 62, 1886.

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