Ten
cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo
esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren. 1 Timoteo 4:16.
La
obra que usted realiza al ayudar a nuestras hermanas a sentir su
responsabilidad individual hacia Dios es una obra buena y necesaria. Ha
sido descuidada durante mucho tiempo; pero cuando esta obra es expuesta
en forma clara, sencilla y definida, podemos esperar que los deberes
caseros, en lugar de ser descuidados, sean hechos en forma mucho más
inteligente. El Señor desea que siempre destaquemos el valor de un alma
humana ante los que no comprenden este valor.
Si
pudiésemos tomar las disposiciones necesarias para contar con grupos
organizados e instruidos cabalmente acerca de la parte que deberían
desempeñar como siervos del Maestro, nuestras iglesias tendrían una vida
y vitalidad que han necesitado desde hace mucho.
Así
se apreciaría la excelencia de las almas que Cristo ha salvado.
Nuestras hermanas, generalmente, pasan un tiempo difícil con sus
familias que aumentan y sus aflicciones que otros no comprenden. He
anhelado durante mucho tiempo contar con mujeres que puedan ser educadas
para que ayuden a nuestras hermanas a superar su desánimo y a sentir
que pueden hacer algo para el Señor. Esto está llevando rayos de sol a
su propia vida, los cuales se reflejan en el corazón de otros. Dios la
bendecirá a usted y a todos los que se unan a usted en esta grandiosa
obra.—El Evangelismo, 337, 338.
Muchas
hermanas jóvenes, como también otras de más edad, parecen rehuir la
conversación religiosa. No aprecian sus oportunidades. La Palabra de
Dios debe ser su garantía, su esperanza, su paz. Cierran las ventanas
del alma que deberían abrirse hacia el cielo, y abren ampliamente las
que miran hacia la tierra. Pero cuando vean la excelencia del alma
humana, cerrarán las ventanas que dan a la tierra, que dependen de las
diversiones mundanales y las relaciones insensatas y pecaminosas, y
abrirán las que dan al cielo, para contemplar las cosas espirituales.
Entonces podrán decir: “Recibiré la luz del Sol de justicia, con el fin
de que resplandezca sobre otros”.
Las
personas que trabajan con más éxito son aquellas que asumen alegremente
la obra de servir a Dios en las cosas pequeñas. Cada ser humano debe
trabajar con el hilo de su vida, entretejiéndolo con la trama para
completar el modelo.—The Review and Herald, 9 de mayo de 1899. Ver Joyas
de los Testimonios 2:401, 402.
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