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Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo
adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os ha llamado
de las tinieblas a su luz admirable. 1 Pedro 2:9.
Mientras leemos la Palabra de Dios, con cuánta claridad se presenta que su
pueblo debe ser peculiar y distinto del mundo no creyente que está a su
alrededor. Nuestra posición es interesante y alarmante. Al vivir en los últimos
días, cuán importante es que imitemos el ejemplo de Cristo y caminemos como él
caminó. “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su
cruz, y sígame”. Mateo 16:24. Las opiniones y la guía de los mortales no deben
guiarnos ni gobernarnos. Siempre llevan lejos de la cruz.
Los siervos de Cristo no tienen ni su hogar ni su tesoro aquí. Quisiera que
todos ellos pudieran entender que es sólo porque el Señor reina que se nos
permite morar en paz y seguridad entre nuestros enemigos. No es nuestro
privilegio pretender favores especiales del mundo. Debemos consentir en ser
pobres y despreciados entre los hombres hasta que termine la lucha y se gane la
victoria. Los miembros de Cristo son llamados a salir y separarse de la amistad
y del espíritu del mundo; su fuerza y poder consiste en ser elegidos y aceptados
por Dios...
El mundo está madurando para su destrucción. Dios puede tener paciencia con los
pecadores pero por poco tiempo. Deben beber las heces de la copa de su ira sin
mezcla de misericordia. Los que sean herederos de Dios, y coherederos con Cristo
a la herencia inmortal, serán peculiares. Sí, tan especiales, que Dios coloca
una marca sobre ellos como siendo suyos, totalmente suyos. ¿Piensan que Dios
recibirá, honrará y reconocerá a un pueblo tan mezclado con el mundo que
difieren de ellos sólo en el nombre? Lean de nuevo. Tito 2:13-15. Pronto se va a
saber quién está del lado del Señor, quién no se avergonzará de Jesús. Los que
no tienen valor moral para tomar su posición concienzudamente frente a los no
creyentes, para dejar las modas del mundo y para imitar la abnegada vida de
Cristo, es porque están avergonzados de él y no aman su ejemplo.—Testimonies for
the Church 1:286, 287.
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