jueves, 18 de septiembre de 2014

La verdad es para ser vivida, no meramente para presentarla.


Decid entre las naciones: Jehová reina. También afirmó el mundo, no será conmovido; juzgará a los pueblos con justicia. Salmos 96:10.
Los hombres y las mujeres no deben empequeñecerse espiritualmente por una conexión con la iglesia, sino que deben ser fortalecidos, elevados, ennoblecidos, preparados para la obra más sagrada que alguna vez le fuera confiada a los mortales. Es el propósito de Dios tener un ejército bien entrenado, listo para ser llamado a la acción inmediatamente. Este ejército estará compuesto de hombres y mujeres bien disciplinados que se habrán colocado bajo influencias que los prepararon para el servicio.
Los obreros de Dios deben velar por las almas como algo por lo cual deben dar cuenta, y necesitan la presencia constante de Cristo en su corazón, con el fin de que puedan ganar a pecadores para Cristo. Deben haber rendido todo a Dios, para que puedan contarle, a aquellos por los cuales trabajan, la necesidad y el significado de una entrega sin reservas. Deben recordar que son obreros juntamente con el Señor, y deben guardarse contra movimientos dilatorios e inciertos. Satanás observa incansablemente con el fin de conseguir oportunidades para tener control de aquellos a quienes están buscando ganar para Cristo. Sólo por medio de una vigilancia incesante pueden los obreros de Jesús vencer al enemigo. Sólo en la fuerza del Redentor pueden conducir a los tentados hacia la cruz. No es el estudio ni la elocuencia la que realizará esto, sino la presentación de la verdad de Dios, hablada con sencillez y con poder del Espíritu.
Hay sólo un poder que puede convertir al pecador del pecado a la santidad: el poder de Cristo. Nuestro Redentor es el único que puede quitar el pecado. Él solo puede perdonar el pecado. Él solo puede hacer firmes a los hombres y a las mujeres, y mantenerlos así.
La verdad no es sencillamente para ser pronunciada por los que hacen la obra de Cristo; es para ser vivida. La gente está observando y pesando a los que afirman creer las verdades especiales para este tiempo. Están mirando para ver en dónde su vida representa a Cristo. Al ocuparse humildemente y con seriedad en la obra de hacer el bien a todos, el pueblo de Dios ejercerá una influencia que repercutirá en todos aquellos con los que se ponen en contacto. Si los que conocen la verdad se encargan de esta obra según se presenten las oportunidades, haciendo cada día obras de amor y bondad en el barrio donde viven, Cristo se revelará en su vida.—The Review and Herald, 2 de junio de 1903.

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