Cantad
a Jehová cántico nuevo; cantad a Jehová, toda la tierra. Cantad a
Jehová, bendecid su nombre; anunciad de día en día su salvación. Salmos
96:1, 2.
Hace
unas pocas noches mi mente estuvo muy preocupada con lo que podríamos
hacer para llevar la verdad a los pobladores de las grandes ciudades.
Estamos seguros de que si logran escuchar el mensaje, algunos aceptarán
la verdad y a su vez la comunicarán a otros.
Los
ministros advierten a sus congregaciones y dicen que es una doctrina
peligrosa la que se está presentando, y que si van a escuchar serán
engañados con esa doctrina extraña. Desaparecerían los prejuicios si
consiguiésemos que la gente salga para oír. Estamos orando acerca de
este asunto, y creemos que el Señor proporcionará un lugar donde estos
mensajes de amonestación e instrucción sean dados a la gente en estos
últimos días.
Una
noche me pareció estar en una reunión donde se hablaba de estos
asuntos. Y un hombre muy serio y digno vino y me dijo: “Ustedes están
orando para que el Señor envíe a hombres y a mujeres de talento para que
se dediquen a la obra. Tienen talentos en su medio que necesita recibir
reconocimiento”.
Se
formularon proposiciones sabias y se pronunciaron las palabras cuyo
resumen doy a continuación. Él dijo: “Llamo la atención de ustedes al
talento del canto que debiera cultivarse, porque la voz humana expresada
en cantos constituye uno de los talentos dados por Dios y que deben
emplearse para su gloria. El enemigo de la justicia utiliza
provechosamente este talento en su servicio. Y lo que es un don de Dios,
dado para bendecir a las almas, es pervertido, mal aplicado y sirve a
los propósitos de Satanás.
“Este
talento de la voz es una bendición si se consagra para servir a su
causa. [Carrie Gribble] tiene talento, pero éste no es apreciado.
Debiera tomarse en cuenta su posición, y su talento atraerá a la gente y
así ésta oirá el mensaje de verdad”.—El Evangelismo, 363.
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