Está muy cerca el momento en que habrá en el mundo una tristeza que
ningún bálsamo humano podrá disipar. Se está retirando el Espíritu de
Dios. Se siguen unos a otros en rápida sucesión los desastres por mar y
tierra. ¡Con cuánta frecuencia oímos hablar de terremotos y ciclones,
así como de la destrucción producida por incendios e inundaciones, con
gran pérdida de vidas y propiedades! Aparentemente estas calamidades son
estallidos caprichosos de las fuerzas desorganizadas y desordenadas de
la naturaleza, completamente fuera del dominio humano; pero en todas
ellas puede leerse el propósito de Dios. Se cuentan entre los
instrumentos por medio de los cuales él procura despertar en hombres y
mujeres un sentido del peligro que corren.
Profetas y Reyes, p.207
Profetas y Reyes, p.207
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