La obra del espíritu se asemeja a la lluvia
“Y hará descender sobre vosotros lluvia temprana y tardía”. En el Oriente la lluvia temprana cae en el tiempo de la siembra. Es necesaria para que la semilla germine. Gracias a la influencia de estas lluvias fertilizantes, aparecen los tiernos brotes. La lluvia tardía, que cae hacia el fin de la temporada, madura el grano y lo prepara para la siega. El Señor emplea estos fenómenos naturales para ilustrar la obra del Espíritu Santo.
Así como el rocío y la lluvia caen al principio para que la semilla germine, y luego para que la cosecha madure, se da el Espíritu Santo para que lleve a cabo a través de sus etapas el proceso del crecimiento espiritual. La maduración del grano representa la terminación de la obra de la gracia de Dios en el alma. Mediante el poder del Espíritu Santo se ha de perfeccionar en el carácter la imagen moral de Dios. Debemos ser totalmente transformados a la semejanza de Cristo. La lluvia tardía que madura la cosecha de la tierra representa la gracia espiritual que prepara a la iglesia para la venida del Hijo del hombre. Pero a menos que haya caído la lluvia temprana, no habrá vida; la hoja verde no aparecerá. A menos que los primeros aguaceros hayan hecho su obra, la lluvia tardía no podrá perfeccionar ninguna semilla.—Testimonios para los Ministros, 506 (1897).
No hay comentarios:
Publicar un comentario