lunes, 14 de agosto de 2023

Las reuniones de Testimonios y de oración


Recibí hace poco una carta de un hermano a quien respeto en gran manera, en la cual me preguntaba cómo deben dirigirse las reuniones. Deseaba saber si se deben ofrecer muchas oraciones en sucesión, y luego descansar unos momentos, y hacerse otra vez unas cuantas oraciones. Por la luz que he recibido al respecto, he decidido que Dios no exige que, cuando nosotros nos reunimos para rendirle culto, hagamos tediosos y cansadores estos momentos, permaneciendo de rodillas largo tiempo, escuchando varias largas oraciones. Aquellos cuya salud es débil no pueden soportar este recargo sin agotarse y cansarse hasta el extremo. El cuerpo se cansa al permanecer postrado demasiado tiempo; y lo peor es que la mente se cansa de tal manera por el ejercicio continuo de la oración, que no se obtiene ningún refrigerio espiritual y el tiempo pasado en las reuniones está más que perdido. Los asistentes se cansan mental y físicamente, y no obtienen fortaleza espiritual. Las reuniones para el público y las de oración no deben ser tediosas. Si es posible, todos deben llegar puntualmente a la hora señalada; y a los morosos que lleguen con media hora o quince minutos de atraso no se los debe esperar. Aun cuando no haya más de dos presentes, ellos pueden pedir el cumplimiento de la promesa. La reunión debe iniciarse a la hora señalada, si es posible, sean pocos o muchos los presentes. Debe, ponerse a un lado la formalidad y la fría rigidez, y todos deben cumplir puntualmente con su deber. En las ocasiones comunes, no debe hacerse oración durante más de diez minutos. Después que ha habido un cambio de posición y el ejercicio del canto o de la exhortación ha aliviado la monotonía, entonces si algunos se sienten inducidos a hacerlo, permítaseles orar.

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