martes, 4 de noviembre de 2014

El culto familiar diario rinde preciosos resultados.


Y por haber oído estos decretos, y haberlos guardado y puestos por obra, Jehová tu Dios guardará contigo el pacto y la misericordia que juró a tus padres. Deuteronomio 7:12.
Por alguna razón, a muchos padres les desagrada el dar instrucción religiosa a sus hijos; y los dejan obtener de la Escuela Sabática el conocimiento que es su privilegio y deber impartir. Estos padres no cumplen con la responsabilidad que se les ha impuesto: el dar a sus hijos una educación completa. Dios ordena hoy a su pueblo que críe a sus hijos en el nutrimento y la admonición del Señor...
Padres, sean sencillas las instrucciones que dan a sus hijos, y asegúrense de que las comprenden claramente. Las lecciones que aprenden de la Palabra de Dios deben presentarlas a su mente juvenil con tal claridad, que no puedan dejar de comprenderlas. Por medio de sencillas lecciones sacadas de la Palabra de Dios y de su propia experiencia, pueden enseñarles a conformar su vida a la norma más alta. Aun en la infancia y la adolescencia pueden aprender a vivir vidas llenas de reflexión y fervor, vidas que den una rica mies de bien.
Dios debe ser honrado en todo hogar cristiano con los sacrificios matutinos y vespertinos de oración y alabanza. Debe enseñarse a los niños a respetar y a reverenciar la hora de oración. Es deber de los padres cristianos levantar mañana y noche, por medio de oración ferviente y fe perseverante, un cerco en derredor de sus hijos.
En la iglesia del hogar los niños han de aprender a orar y a confiar en Dios. Enséñenles a repetir la ley de Dios. Así se instruyó a los israelitas acerca de los mandamientos: “Y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes”. Deuteronomio 6:7.
Vengan con humildad, con un corazón lleno de ternura, con una comprensión de las tentaciones y los peligros que hay delante de ustedes mismos y de sus hijos; por la fe vincúlenlos al altar, suplicando el cuidado del Señor por ellos. Eduquen a los niños a ofrecer sus sencillas palabras de oración. Díganles que Dios se deleita en que lo invoquen.
¿Pasará por alto el Señor del cielo tales hogares, sin dejar una bendición en ellos? No, por cierto. Los ángeles ministradores guardarán a los niños así dedicados a Dios. Ellos oyen las alabanzas ofrecidas y la oración de fe, y llevan las peticiones a Aquel que ministra en el Santuario en favor de su pueblo y ofrece sus méritos en su favor.—Consejos para los Maestros Padres y Alumnos acerca de la Educación Cristiana, 104-106 (edición de 1991)

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