jueves, 23 de mayo de 2024

Son la fuente de la sabiduría verdadera


“Mirad que ninguno os engañe por filosofías y vanas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los elementos del mundo, y no según Cristo: porque en él habita toda la plenitud de la divinidad corporalmente: y en él estáis cumplidos, el cual es la cabeza de todo principado y potestad.” Colosenses 2:8-10.

No podemos ser cumplidos en Cristo y estar dispuestos a recibir las cosas que provienen de los hombres llamados grandes, y poner su sabiduría por encima de la del mayor Maestro que el mundo haya conocido jamás. Buscar conocimiento en tales fuentes, es querer beber en una cisterna resquebrajada que no puede retener el agua. Sea la verdad de Dios el objeto de nuestra contemplación y meditación. Leamos la Biblia y considerémosla como la voz de Dios que nos habla directamente. Hallaremos entonces una inspiración y una sabiduría que provienen de Dios. La adquisición de un gran número de libros de estudio interpone demasiado a menudo entre Dios y el hombre un montón de conocimientos que debilitan la mente y la hacen incapaz de asimilar lo que ya recibió. La mente se torna dispéptica y llega a desecharlo todo. El hombre necesita mucha sabiduría para aprender a elegir entre tantos autores y la Palabra de vida, para poder comer la carne y beber la sangre del Hijo de Dios. Hermanos míos, evitad los arroyos de la llanura, y aplacad vuestra sed en las aguas puras del Líbano. No podéis andar en la luz de Dios, si recargáis vuestra mente con una cantidad de ideas que no puede digerir. Es tiempo de que decidamos recibir la ayuda del cielo, y que permitamos a nuestros pensamientos que reciban la impresión de la Palabra de Dios. Cerremos la puerta a tanta lectura. Oremos más y comamos las palabras de vida. A menos que la gracia haga una obra más profunda en nuestra mente y nuestro corazón, no podremos ver la faz de Dios.

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