En Francia:
Hollande reabre el debate en Francia sobre la apertura de los comercios los domingos para fomentar el empleo.
Todo se remonta a 1906. La Asamblea Nacional promulgó una ley que
establecía el domingo como día de descanso “para empleados y obreros”.
La norma entró en
vigor un
13 de julio, como una suerte de ofrenda pagana previa a la celebración
de la fiesta nacional. Se pretendía así evitar que el empleado se viese
obligado a trabajar más de seis días por semana. Eran los tiempos de
Fallières,
Clemenceau o
Jaurès,
años en los que la reciente ley sobre la laicidad del Estado convivía
con una población mayoritariamente católica y practicante que no
concebía el domingo como un día cualquiera.
Sin embargo, los artículos 2 y 3 de esta misma ley dejaban la puerta
abierta a decenas de interpretaciones que el transcurso de las décadas
convertirían en un debate social. En aquellos sectores en los que el
descanso dominical comprometiera el funcionamiento normal de la
actividad, la jornada de reposo podía ser transferida a cualquier otro
día de la semana. Se enumeraban, así, determinadas actividades como la
hostelería, la venta de flores o de prensa o el transporte ferroviario,
entre otras.
En un contexto de crisis en el que la tasa de paro supera el 10 por ciento, el presidenteFrançois Hollande reavivó hace unos días el debate sobre el trabajo dominical en una entrevista en el diario Le Monde,
evocando la posibilidad de “reglamentar la apertura de los espacios
comerciales los domingos”. “Reglamentar” debe interpretarse como
flexibilizar. Hollande continúa así la senda “socio-liberal” de su
célebre Pacto de Responsabilidad anunciado a principios
de 2014, que tiene como objetivo la recuperación del crecimiento
económico asentado en el fortalecimiento de la competitividad del sector
privado.
Por su parte, el Medef -la patronal francesa- no
solamente quiere reabrir el debate sino que ha exigido en numerosas
ocasiones la modificación de la ley para que los asalariados que deseen
trabajar puedan hacerlo libremente y para que los clientes puedan
consumir los siete días de la semana para impulsar la actividad
económica. Para defender esta posición, la Cámara de Comercio de París
afirmó en un informe que la liberalización de la apertura dominical de
los comercios en Francia se traduciría en un crecimiento anual del 0,4
por ciento en el PIB.
A finales de 2013, el debate se focalizó en el sector del bricolaje y la jardinería. El gobierno socialista de Jean-Marc Ayrault había
autorizado a través de un decreto la apertura de los establecimientos
de este sector los domingos. Semanas más tarde, el Consejo de Estado
anulaba la medida, esgrimiendo serias dudas sobre “su legalidad”. En el
texto presentado a los medios, el órgano supremo de la jurisdicción
administrativa francesa indicaba que el descanso semanal “debe
ejercerse, en principio, los domingos”.
Ya desde 2009, sin embargo, una nueva legislación pretendía corregir la
“rigidez” de la ley de 1906 para adaptarla al fenómeno contemporáneo del
turismo de masas. Así, los minoristas y los establecimientos de la gran
distribución cuyos comercios se sitúan en zonas de interés turístico
pueden hacer rotar el día de descanso semanal si lo desean. Así, los
comercios en los Campos Elíseos o en Montmartre, así como en numerosas
localidades costeras de Bretaña o de la Costa Azul, pueden abrir
libremente los domingos sin necesidad de una autorización prefectoral
excepcional.
Quien debe digerir esta transformación socio-laboral es, lógicamente, el creciente porcentaje de empleados franceses que ganan el salario mínimo: casi dos millones de asalariados en el sector privado según
el último informe del ministerio de Trabajo de diciembre de 2013. Los
cargos intermedios o ejecutivos no se verían apenas afectados por esta
liberalización del trabajo dominical que caería sobre los hombros de los
trabajadores en situación de mayor precariedad.
En todo caso, demasiados aspectos deben tenerse en cuenta para
aprehender este debate: la aceptación por parte de los asalariados de
que el día de descanso semanal sea rotatorio; la presencia de una
remuneración adicional; la compensación en días de vacaciones; el
derecho a rechazar el trabajo dominical sin ningún tipo de sanción ni
discriminación de parte de la dirección y, fundamentalmente, la
conciliación de la vida familiar y laboral. La voluntad de la ley de
1906 era uniformizar el descanso de todas las clases sociales, fuera
cual fuera la actividad desarrollada por cada ciudadano. Se sacralizaba
el domingo como gran jornada de ocio (o de espiritualidad para los
creyentes) ajena a toda actividad de consumo. Los paseos en familia del
domingo serán, de ahora en adelante, un privilegio de determinadas
clases sociales.
Temas Relacionados:
Siguen Adelantos Ley Dominical en la Unión Europea
Nota Profética:
Legislación dominical Universal: Se Repetirá la historia. Será
ensalzada la falsa religión. El primer día de la semana, un día común de
trabajo que no tiene ninguna santidad, será erigido como la imagen de
Babilonia. Se ordenará a todas las naciones y lenguas y pueblos que
rindan culto al falso día de reposo (...).
El decreto que ordena el culto de este día (el domingo) será promulgado en todo el mundo.
Eventos de los últimos días 116.2 E.G.W (Comentario Bíblico Adventista 7:987 1897
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