martes, 16 de diciembre de 2014

Miremos a Jesús y él nos dará la victoria


¿Quién es el mayordomo fiel y prudente...? Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga, le halle haciendo así. Lucas 12:42, 43.
Ninguno tenga la idea de que está ganando el favor de Dios por confesar sus pecados, o que hay una virtud especial en confesarse ante seres humanos. Debe haber en la experiencia esa fe que obra por amor y purifica el alma. El amor de Cristo subyugará las inclinaciones de la naturaleza carnal. La verdad no sólo lleva dentro de sí misma la evidencia de su origen celestial, sino que demuestra, por medio de la gracia del Espíritu de Dios, que la verdad es eficaz en la purificación del alma. El Señor quiere que vayamos día a día a él con todas nuestras aflicciones y confesiones de pecado, y él nos dará descanso... Su Espíritu Santo llenará el alma con su influencia clemente, y cada pensamiento será llevado cautivo a la obediencia de Cristo. Me temo que por causa de algún error de su parte, la bendición que Dios les ha dado... se convierta en maldición; que adquieran alguna idea falsa, de manera que dentro de pocos meses se encuentren en una condición peor de la que estaban antes de esa obra de reavivamiento. Si no cuidan constantemente su alma, los incrédulos tendrán la peor impresión de ustedes. Dios no será glorificado con esta clase de servicio espasmódico. Tengan cuidado de no llevar las cosas a los extremos y causar un oprobio duradero a la preciosa causa de Dios.
El fracaso en el cual caen muchos es que, después que han sido bendecidos por Dios, no tratan de ser una bendición para otros imitando la humildad de Cristo. Ahora que se han sembrado palabras de vida eterna en su corazón, les ruego que caminen humildemente con Dios, hagan las obras de Cristo y lleven mucho fruto para justicia. Confío y oro con el fin de que se comporten como hijos e hijas del Altísimo, y que no lleguen a ser extremistas o a hacer alguna cosa que contriste al Espíritu de Dios.
No fijen su vista en los seres humanos ni pongan sus esperanzas en ellos, pensando que son infalibles. En vez de eso, miren constantemente a Jesús. No digan nada que arroje oprobio sobre nuestra fe. Confiesen sus pecados secretos solos ante Dios. Reconozcan las idas y venidas de su corazón a Aquel que conoce perfectamente cómo tratar sus casos. Si han hecho mal a su prójimo, reconozcan... su pecado y muestren frutos de arrepentimiento haciendo restitución. Después, reclamen la bendición. Vayan a Dios, tal como son, y permítanle que él cure todas sus debilidades. Insistan en su caso ante el trono de la gracia y permitan que la obra sea consumada. Sean sinceros en el trato con Dios y su propia alma. Si van a él con un corazón verdaderamente contrito, él les dará la victoria.—Testimonies for the Church 5:648, 649.

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