Entonces Jesús vino de Galilea a Juan al Jordán, para ser bautizado por él. Mas 
Juan se le oponía diciendo: Yo necesito ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí? 
Pero Jesús le respondió: Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda 
justicia. Entonces le dejó. Mateo 3:13-15.
Al 
cumplir “toda justicia”, Cristo no llevó la justicia a un fin. Cumplió todas las 
exigencias de Dios en arrepentimiento, fe y bautismo, los pasos en la gracia en 
la conversión genuina. En su humanidad, Cristo colmó la medida de las exigencias 
de la ley. Fue la cabeza de la humanidad, su sustituto y garante. Los seres 
humanos, al unir su debilidad a la naturaleza divina de Cristo, pueden llegar a 
ser participantes de su carácter.
Cristo 
vino para dar un ejemplo de perfecta conformidad con la ley de Dios, tal como se 
requiere de todos, desde Adán, el primer hombre, hasta la última persona que 
viva en la tierra. Declaró que su misión no consistía en destruir la ley sino en 
cumplirla mediante una perfecta y cabal obediencia.
De esa 
manera, la magnificó y engrandeció. Por medio de su vida manifestó su naturaleza 
espiritual. A la vista de los seres celestiales, de los mundos que no han caído 
y de un mundo desobediente, desagradecido e impío, él cumplió los abarcantes 
principios de la ley. Vino para demostrar el hecho de que la humanidad, aliada 
por la fe viviente con la Deidad, puede guardar los mandamientos de Dios.
Las 
ofrendas simbólicas señalaban a Cristo, y cuando se hizo el sacrificio perfecto, 
las ofrendas por los sacrificios ya no eran más aceptables para Dios. El tipo se 
encontró con el antitipo en la muerte del unigénito Hijo de Dios. Vino para 
poner en claro el carácter inmutable de la ley de Dios, para declarar que la 
obediencia y la transgresión nunca serán premiadas por Dios con la vida eterna. 
Vino como hombre a la humanidad, para que ésta pudiera tocar la humanidad.
Pero en 
ningún caso vino para disminuir la obligación de los mortales de ser 
perfectamente obedientes. No destruyó la validez de las Escrituras del Antiguo 
Testamento. Cumplió lo que había sido predicho por Dios mismo. Vino, no para 
liberar a los seres humanos de los requerimientos de la ley, sino para abrir un 
camino por medio del cual pudieran obedecer esa ley y enseñar a otros a hacer lo 
mismo.—Manuscript Releases, 292, 293. 
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