jueves, 11 de diciembre de 2014

Las personas serias deben guardarse de ser engañadas


Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil. Marcos 14:38.
Los que profesan tener nueva luz, que aseveran ser reformadores, ejercerán gran influencia sobre ciertas personas que reconocen las herejías de la época actual y no están satisfechas con la condición espiritual que existe en las iglesias. Con corazón veraz y sincero, desean ver un cambio hacia lo mejor, elevarse a una norma superior. Si los fieles siervos de Cristo les presentasen la verdad en su forma pura y sin adulteración, estas personas la aceptarían y se purificarían obedeciéndola. Pero Satanás, que vela siempre, sigue el rastro de estas almas investigadoras. Se les presenta alguien que hace una alta profesión de fe, como Satanás cuando fue a Cristo disfrazado de ángel de luz, y las atrae aún más lejos de la senda recta... El mundo está contaminado por sus habitantes. Casi han colmado la medida de su iniquidad; pero lo que atraerá la retribución más grave es la práctica de la iniquidad bajo el manto de la piedad. El Redentor del mundo no despreció nunca el verdadero arrepentimiento, por grande que fuera la culpa; pero lanzó ardientes denuncias contra los fariseos y los hipócritas. Hay más esperanza para el que peca abiertamente que para esta clase de personas...
Este hombre [un pseudo reformador] y los engañados por él no aman la verdad sino que se deleitan en la injusticia. ¿Y qué engaño más grande podría venir sobre ellos, que creer que no hay nada que ofenda a Dios en el libertinaje y el adulterio?... Pablo le escribe a Tito de los que “profesan conocer a Dios, pero con los hechos lo niegan, siendo abominables y rebeldes, reprobados en cuanto a toda buena obra”. Tito 1:16... En esta época de corrupción, cuando nuestro adversario... ronda como león rugiente buscando a quien devorar, veo la necesidad de elevar mi voz en amonestación: “Velad y orad, para que no entréis en tentación”. Mateo 26:41. Son muchos los que poseen talentos brillantes y que los dedican impíamente al servicio de Satanás... Muchos de ellos albergan pensamientos impuros, imaginaciones profanas, deseos no santificados y bajas pasiones. Dios aborrece el fruto que lleva un árbol tal. Los ángeles, puros y santos, miran la conducta de los tales con aborrecimiento, mientras Satanás se regocija.
¡Ojalá que los hombres y las mujeres considerasen lo único que pueden ganar al transgredir la ley de Dios! En cualquier circunstancia, la transgresión deshonra a Dios y resulta en una maldición para la humanidad. Debemos considerarla así, por hermoso que sea su disfraz y cualquiera sea la persona que la cometa.—Testimonies for the Church 5:144-146. Ver Joyas de los Testimonios 2:36, 37.

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