Por la misericordia de Jehová no somos consumidos, 
porque nunca decayeron sus misericordias, nuevas son cada mañana; grande es tu 
fidelidad. Lamentaciones 3:22, 23.
“Sed, pues, misericordiosos, como también vuestro Padre 
es misericordioso”. Lucas 6:36. El Señor honra a sus agentes humanos tomándolos 
como sus asociados. El corazón de Cristo está lleno de misericordia perdonadora 
y de verdad. Se aflige con las aflicciones de su pueblo. Debemos ser compasivos 
y encontrar gozo en manifestar un interés bondadoso por vendar las heridas de 
los que han sigo perseguidos y dejado medio muertos por la mano despiadada del 
destructor. Debemos estar listos para curar las heridas que ha causado el 
pecado.
Los que hacen esto son ministros de Cristo, y el mundo 
tiene ante sí un testimonio viviente del amor de Dios en sus representantes. Los 
que practican las obras de Cristo revelan a Dios ante el mundo, y por medio de 
sus mensajeros él es conocido como el Dios de misericordia, bondad y perdón se 
cita. Romanos 8:32.
Dios en Cristo es nuestro, y sus abundantes bendiciones 
de amor y misericordia nos inextinguibles. Desea que cada uno se beneficie de 
las ricas provisiones que ha hecho para quienes lo aman. Nos invita a todos 
nosotros a participar con él en su gloria. La dicha del cielo ha sido provista 
para todos los que aman a Dios por encima de todas las cosas y a sus semejantes 
como a sí mismos.
Los hombres y las mujeres no serían por más tiempo 
esclavos del pecado si tan sólo se volvieran de las atracciones seductoras y 
engañosas de Satanás y miraran a Jesús por un tiempo suficiente como para ver y 
entender su amor. Se formarían nuevos hábitos, y las fuertes propensiones hacia 
el mal serían tenidas a raya. Nuestro Líder es un vencedor y nos guía a una 
victoria segura.
Jesús, nuestro Abogado, esta intercediendo ante el Padre de su trono en nuestro 
beneficio y también está intercediendo con el pecador, diciendo: “Volveos... 
¿por qué moriréis?” Ezequiel 33:11. ¿No ha hecho Dios por medio de Cristo todo 
lo posible para arrancarnos del engaño satánico?... ¿No es él un Salvador 
resucitado, que vive siempre para hacer intercesión por nosotros? ¿No está 
continuando siempre su gran obra de expiación por medio de la obra del Espíritu 
Santo en cada corazón? El arco de la misericordia aun circunda el trono de Dios, 
testificando del hecho de que cada alma que cree en Cristo como su Salvador 
personal tendrá vida eterna. La misericordia y la justicia se mezclan en los 
tratos de Dios con su herencia.—The Signs of the Times, 19 de septiembre de 1895 
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