jueves, 18 de diciembre de 2014

En amor y misericordia Jesús ruega con y por nosotros


Por la misericordia de Jehová no somos consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias, nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad. Lamentaciones 3:22, 23.
“Sed, pues, misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso”. Lucas 6:36. El Señor honra a sus agentes humanos tomándolos como sus asociados. El corazón de Cristo está lleno de misericordia perdonadora y de verdad. Se aflige con las aflicciones de su pueblo. Debemos ser compasivos y encontrar gozo en manifestar un interés bondadoso por vendar las heridas de los que han sigo perseguidos y dejado medio muertos por la mano despiadada del destructor. Debemos estar listos para curar las heridas que ha causado el pecado.
Los que hacen esto son ministros de Cristo, y el mundo tiene ante sí un testimonio viviente del amor de Dios en sus representantes. Los que practican las obras de Cristo revelan a Dios ante el mundo, y por medio de sus mensajeros él es conocido como el Dios de misericordia, bondad y perdón se cita. Romanos 8:32.
Dios en Cristo es nuestro, y sus abundantes bendiciones de amor y misericordia nos inextinguibles. Desea que cada uno se beneficie de las ricas provisiones que ha hecho para quienes lo aman. Nos invita a todos nosotros a participar con él en su gloria. La dicha del cielo ha sido provista para todos los que aman a Dios por encima de todas las cosas y a sus semejantes como a sí mismos.
Los hombres y las mujeres no serían por más tiempo esclavos del pecado si tan sólo se volvieran de las atracciones seductoras y engañosas de Satanás y miraran a Jesús por un tiempo suficiente como para ver y entender su amor. Se formarían nuevos hábitos, y las fuertes propensiones hacia el mal serían tenidas a raya. Nuestro Líder es un vencedor y nos guía a una victoria segura.
Jesús, nuestro Abogado, esta intercediendo ante el Padre de su trono en nuestro beneficio y también está intercediendo con el pecador, diciendo: “Volveos... ¿por qué moriréis?” Ezequiel 33:11. ¿No ha hecho Dios por medio de Cristo todo lo posible para arrancarnos del engaño satánico?... ¿No es él un Salvador resucitado, que vive siempre para hacer intercesión por nosotros? ¿No está continuando siempre su gran obra de expiación por medio de la obra del Espíritu Santo en cada corazón? El arco de la misericordia aun circunda el trono de Dios, testificando del hecho de que cada alma que cree en Cristo como su Salvador personal tendrá vida eterna. La misericordia y la justicia se mezclan en los tratos de Dios con su herencia.—The Signs of the Times, 19 de septiembre de 1895

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