sábado, 13 de diciembre de 2014

Por la gracia se puede alcanzar el ideal de Cristo


Porque así dijo el Señor... En descanso y en reposo seréis salvos; en quietud y en confianza será vuestra fortaleza. Y no quisisteis. Isaías 30:15.
El Señor reconocerá todo esfuerzo que hagan por alcanzar el ideal que él tiene para ustedes. Cuando fracasen, cuando por traición sean inducidos a pecar, no se sientan imposibilitados de orar, no se sientan indignos de presentarse ante el Señor. “Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo”. 1 Juan 2:1. Él espera con los brazos extendidos para dar la bienvenida al hijo pródigo. Vayan a él y cuéntenle sus errores y fracasos. Pídanle que los fortifique para un renovado esfuerzo. Nunca los chasqueará, nunca burlará la confianza de ustedes.
Tendrán pruebas. De ese modo pule el Señor la tosquedad del carácter. No murmuren. Con las quejas hacen más dura la prueba. Honren a Dios con una sumisión alegre. Soporten pacientemente la presión. Aunque sean perjudicados, mantengan el amor de Dios en el corazón...
Cristo conoce la fuerza de las tentaciones y el poder de ustedes para resistir. Su mano está siempre tendida con compasiva ternura hacia cada criatura que sufre. Dice a los tentados y desanimados: Hijo por quien he sufrido y muerto, ¿no puedes tener confianza en mí? “Como tus días serán tus fuerzas”. Deuteronomio 33:25... No se puede describir con palabras el gozo y la paz del que acepta al pie de la letra lo que Dios dice. Las pruebas no lo perturban, los desaires no lo afectan. Ha crucificado al yo. Día tras día pueden hacerse sus deberes más abrumadores, sus tentaciones más fuertes, sus pruebas más severas; pero no vacila, pues recibe fuerza igual a su necesidad... Cristo no nos ha dado la seguridad de que sea asunto fácil lograr la perfección del carácter. Un carácter noble, completo, no se hereda. No lo recibimos accidentalmente. Un carácter noble se obtiene mediante esfuerzos individuales, realizados por los méritos y la gracia de Cristo. Dios da los talentos, las facultades mentales; nosotros formamos el carácter. Lo desarrollamos sosteniendo rudas y severas batallas contra el yo. Hay que sostener conflicto tras conflicto contra las tendencias hereditarias. Tendremos que criticarnos a nosotros mismos severamente, y no permitir que quede sin corregir un solo rasgo desfavorable.
Nadie diga: No puedo remediar mis defectos de carácter. Si llegan a esa conclusión, dejarán ciertamente de obtener la vida eterna. La imposibilidad reside en la propia voluntad. Si no quieren, no pueden vencer. La verdadera dificultad proviene de la corrupción de un corazón no santificado y de la falta de voluntad para someterse al gobierno de Dios.—Mensajes para los

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