A CADA CUAL SU
OBRA
"Porque el reino de los cielos es como
un hombre que yéndose lejos, llamó a sus siervos y les entrega sus bienes." Mat.
25: 14.
El tiempo de vida que tenemos es precioso, y debiéramos
considerar cada una de nuestras acciones. Se nos ha concedido que podamos hacer
uso de él, si así lo queremos, con el debido espíritu, para cumplir una tarea
que el Señor aceptará como buena, y que perdurará por la eternidad. Es algo
tremendamente solemne vivir teniendo en vista la cuenta que tendremos que rendir
a Dios de nuestro tiempo, nuestros talentos y nuestra influencia. Son cosas
preciosas, talentos que no debemos sepultar, sino emplear. No tenemos que
ocultar nuestros talentos, dones confiados por Dios para que los acrecentemos,
para que aumenten en su servicio, de manera que en ocasión de su venida los
pueda recibir de vuelta con sus intereses.
Dios no ha llamado a nadie,
en lo que se refiere al empleo de los talentos que le ha confiado, a que se
desentienda de sus responsabilidades individuales para que otro haga en su lugar
la tarea que se le encomendó. Le ha dado a cada hombre su obra, y cada cual es
responsable ante el Señor por la forma como la hace. El alma que acepta el gran
cometido que Dios le ha confiado no puede traspasar ese talento a otra persona.
Nadie puede transferir su influencia a otro, ni servir en su lugar, ni ser su
mente ni su juicio.
Todos estamos al servicio de Dios. El es nuestro
Maestro y debemos apreciar y poner en práctica toda lección que nos da. No se
nos ha llamado a rendir cuenta de nuestros talentos a los hombres, sino a Dios.
Nuestra mente, nuestro juicio, nuestro tacto, nuestra sabiduría, son todos dones
de Dios que él nos ha concedido para que los aumentemos, y es él quien nos
llamará a rendir cuentas por la forma como los hemos empleado. . .
La
vida de cada persona está llena de tentaciones, y sólo por fe en Jesucristo
recibiremos gracia para el oportuno socorro. Cada obrero tiene una vida que
vivir, un carácter que formar. Cada período de la vida ofrece oportunidades
especiales para trabajar, a medida que pasan los años, y hay que usar cada año
que pasa para mejorar al máximo la capacidad humana. Esto, con la ayuda de los
instrumentos divinos, producirá mejoría, se avanzará hacia adelante y hacia
arriba, a medida que adelantamos paso a paso por la senda segura que conduce al
cielo ( Manuscrito 28 , del 4 de octubre de 1896, "A los que tienen interés en
publicar el Discurso Maestro ").