sábado, 15 de septiembre de 2012

Cada día con Dios.Elena G. de White

¿PODEMOS PEDIR QUE SE NOS SELLE?


"Escucha, pueblo mío, mi ley; inclinad vuestro oído a las palabras de mi boca. "Sal. 78: 1.

Tenemos un mensaje que dar a los que no han tenido la luz de la verdad presente, y al hacer nuestra obra no debemos negar nuestra fe. Un estudio de la historia de los hijos de Israel nos ayudará a aprender lecciones que nos evitarán repetir los errores que mancillaron su registro. El Señor libró maravillosamente a ese pueblo de la esclavitud a que lo había sometido un rey opresor, y él mismo se hizo cargo de su vasto ejército. Los guió mediante una columna de nube de día, y una columna de nube de noche; y esa nube envolvía su propia presencia. Les proporcionó alimento en el desierto y comieron pan de ángeles. . .

Poco después que Israel hubo levantado su campamento en el Sinaí, Moisés recibió la invitación de ascender la montaña para encontrarse con Dios. Subió solo la inclinada y áspera ladera y se acercó a la nube que señalaba la presencia de Jehová. Israel debía entrar ahora en una relación íntima y peculiar con el Altísimo. Debía ponerse como nación bajo el gobierno especial de Dios. . . En medio de truenos y relámpagos Dios proclamó su ley a oídos de la vasta multitud. Rodeó la ocasión cuando dio la ley de una grandiosidad impresionante. Quería que el pueblo comprendiera el carácter exaltado de sus mandamientos. La gente debía aprender que todo lo relacionado con su servicio debería considerarse con la mayor reverencia. . .

Es muy corto el tiempo que nos queda. Dejemos de lado toda complacencia egoísta, porque debilita la fortaleza física, mental y moral, e incapacita al instrumento humano para tener un concepto definido del carácter sagrado de los requerimientos de Dios. . .

¿Pueden pedir ustedes que se los selle con el sello del Dios viviente? ¿Pueden afirmar que han sido santificados por la verdad? Como pueblo, no le hemos dado a la ley de Dios la preeminencia debida. Estamos en peligro de hacer nuestra voluntad durante el sábado.

Se le han dado al pueblo preciosas instrucciones en los libros que se me ha encargado escribir. ¿Cuántos los leen y los estudian? Se puede tratar con indiferencia e incredulidad la luz que Dios me ha dado, pero condenará a todos los que deciden no aceptarla ni obedecerla ( Carta 258 , del 16 de agosto de 1907, dirigida a Edson y Emma White).

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