martes, 28 de octubre de 2014

Preparar un régimen alimentario sano sin carnes



¿No hay bálsamo en Galaad? ¿No hay allí médico? ¿Por qué, pues, no hubo medicina para la hija de mi pueblo? Jeremías 8:22.
Todos somos probados en este tiempo. Hemos sido bautizados en Cristo; y si estamos dispuestos a separarnos de todo aquello que tienda a degradarnos y hacernos lo que no debemos ser, recibiremos fuerza para crecer en Cristo, nuestra cabeza viviente, y veremos la salvación de Dios.
Sólo cuando demostremos ser inteligentes tocante a los principios de una vida sana, podremos discernir los males que resultan de un régimen alimentario impropio. Quienes habiéndose percatado de sus errores tengan el valor de modificar sus costumbres, encontrarán que la reforma exige luchas y mucha perseverancia. Pero una vez que hayan adquirido gustos sanos, verán que el consumo de la carne, en el que antes no veían mal alguno, preparaba lenta pero seguramente la dispepsia y otras enfermedades.
Padres y madres, oren y velen. Guárdense mucho de la intemperancia en cualesquiera de sus formas. Enseñen a sus hijos los principios de una verdadera reforma pro salud. Enséñenles lo que deben evitar para conservar la salud. La ira de Dios ya ha comenzado a caer sobre los rebeldes. ¡Cuántos crímenes, cuántos pecados y prácticas inicuas se manifiestan por todas partes! Como denominación, debemos preservar con cuidado a nuestros hijos de toda compañía depravada.
Deben hacerse más esfuerzos para enseñar a la gente los principios de la reforma pro salud. Deberían instituirse clases culinarias para dar a las familias instrucciones tocantes al arte de preparar alimentos sanos. Las personas jóvenes y las de edad adulta deberían aprender a cocinar con mayor sencillez. En todo lugar donde la verdad sea presentada, debe enseñarse a la gente a preparar alimentos de un modo sencillo a la vez que apetitoso. Se les debe demostrar que un régimen nutritivo puede ser alcanzado sin hacer uso de la carne...
Se requiere mucho tacto y juicio para preparar un régimen nutritivo destinado a reemplazar el que seguían antes las personas que ahora están aprendiendo a seguir la reforma pro salud. Se necesita fe en Dios, una voluntad firme y el deseo de ser útiles. Un régimen deficiente arroja descrédito sobre la reforma pro salud. Somos mortales, y debemos proveer a nuestros cuerpos una alimentación fortificante.—Joyas de los Testimonios 3:360, 361.

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